"Tal vez el Edén, como lo quieren por ahí, sea la proyección mitopoyética de los buenos ratos fetales que perviven en el inconsciente. " Así habló Cortázar.

20 junio 2011

Más peligroso que pedo de camello

De mi abuelo tengo muy pocos registros, nos vimos poco, murió cuando yo apenas caminaba, sin embargo dos expresiones que él decía me han quedado en la memoria. Una era de un tal Russell y él la repetía maquinalmente: “El conocimiento deja de ser el espejo mental del Universo para convertirse en un simple instrumento para manipular la materia”; la otra era suya y parecía decirla desde el fondo de sus sentimientos: “Más peligroso que pedo de camello”. Ambas frases las fui recordando a lo largo de los años sin entenderlas, pero por algún motivo respetándolas, acaso porque fueron el corto legado que mi abuelo me dejó. La frase de Russell se me venía a la mente cada día que veía un cuadro que había en casa junto a una destartalada y exquisita biblioteca, el cuadro representaba una imagen de Einstein, que con su mejor cara de piantado custodiaba la frase: “La imaginación es más importante que el conocimiento”. Mientras Russell definía el conocimiento, Einstein le daba mayor importancia a la imaginación, una frase me trasladaba a la otra y yo, desconcertado, las contrastaba sin llegar a otro resultado que el simple recuerdo de mi abuelo. La otra frase, la del camello, la recordaba cada vez que un pedo aparecía en mi universo, siendo propio o ajeno, yo me imaginaba a un animal lento y jorobado despidiendo flatulencias mortales como el fuego que emana un dragón por su boca.
Un día, ya más grande, me encontré en Egipto, en la parte más austral del país, en Aswan. Hice un recorrido de unos pocos kilómetros subido a un camello para visitar la comunidad de los Nubios, legendarios y amistosos. En la víspera no pude pensar en otra cosa que en los pedos que se tiraría el camello que yo cabalgaría, y en sus efectos, pero una vez que me detuve frente a él para intentar montarlo, no pude más que poner todo mi temor en la altura del animal y en lo estrecho del camino que transitaría. La travesía terminó sin accidentes y, o bien el bicho no se tiró ningún pedo, o bien yo no lo noté. Comencé a pensar que aquello no era más que una frase de mi abuelo, que hasta donde llegaba mi conocimiento, nunca se había cruzado con estos animales más que en su imaginación, así la imagen de mi abuelo se desprestigiaba, aunque él mismo desde el recuerdo se justificaba con la frase de Einstein, ya que más importante que haberlos conocido era habérselos imaginado.

Hace unos días, gracias a un pequeño artículo del diario ADN acudieron a mí todos estos recuerdos de golpe y con ellos la reivindicación de mi abuelo desde donde quiera que esté. El artículo se titulaba: “Exterminar al camello como forma de frenar el cambio climático”, aunque el titulo de por sí era explícito, el contenido terminaba de despejar cualquier duda. Comenzaba: “A grandes males, drásticos remedios” y luego explicaba que las flatulencias de los camellos salvajes contribuyen al efecto invernadero, al año un camello emite una tonelada de CO2. Pero al parecer estos animales tan dañinos tienen los días contados, al menos en Australia, ya que la empresa Northwest Carbon planea matarlos desde helicópteros y vehículos todoterreno, y luego procesar su carne para alimentar animales domésticos y de granja. Yo me acordé de mi abuelo, sin duda un adelantado. Además comenzaron a resurgir en mi mente noticias que habían llegado a mis ojos y oídos a través de los medios, que confirman la importancia del conocimiento, y sobre todo, de la imaginación de aquellos que, manipulando cierta información, nos nutren de conocimiento tergiversado. Recordé una nota que leí en Voltairenet.org, en ella explican que “Los piratas somalíes son pescadores en lucha contra el saqueo occidental de la pesca de arrastre y la descarga de basura tóxica”. Recomiendo la nota, ilumina muchísimo sobre un tema del que tanto hablaron los medios occidentales, desde otro punto de vista claro, acudiendo a la imaginación para deformar la información, para contaminarla. Idéntico mecanismo utilizaron los grupos económicos norteamericanos con el 11-S, crear el mito, inventar un enemigo para justificar sus acciones. Lo misma metodología siguen los medios españoles en estos días para justificar las agresiones policiales y minimizar la acción de un pueblo indignado.

Tal vez sea hora de utilizar la imaginación, nutrirla de conocimiento, y analizarlo todo haciendo uso del más sencillo de nuestros sentidos, el sentido común, o tal vez sea hora de eliminar a los enemigos que nos plantean los medios, empezar por los camellos, claro que eso sería más peligroso que el pedo de uno de ellos, porque en unos años podrían decirnos que la flatulencia humana despide más CO2 que un BMW.

02 junio 2011

La palabra Fuego

¿Y cuándo será el incendio? Será cuando lo disponga esta cerilla ¿O lo dispondré yo? ¿O lo hará el beneficiario? ¿Existe la posibilidad de que alguien o algo se vea beneficiado por un incendio? El incendio debería ser un beneficio ¿Puede la cerilla ser una palabra? El incendio sería una frase, un manifiesto o las palabras todas ¿Cómo identificar el fuego en la palabra? Podría encenderse una palabra, surgir otras y luego crecer o desvanecerse hacia cenizas ¿Sólo las aguas turbias apagan el fuego de las palabras? La palabra es Ahora, la palabra es Fuego, la pregunta es: ¿Habrá esta vez fuego en la palabra?