"Tal vez el Edén, como lo quieren por ahí, sea la proyección mitopoyética de los buenos ratos fetales que perviven en el inconsciente. " Así habló Cortázar.

10 abril 2017

Se destrabó con una goleada (Patronato 0 Ind 5, fecha 19 Torneo 16/17)



Y al fin Independiente se despachó. Se le abrió el arco, se sacó la mufa, rompió la racha. Que le digan como quieran. Venía de hacer un gol en los últimos tres partidos y le metió cinco a Patronato en Paraná. Y, además, jugó bien.

Puede jugar Blanco por Mesa o viceversa; Sanchez Miño, Benitez, Rodriguez (Toro) o el propio Albertengo son apellidos de recambio que están cumpliendo; podrá cambiar algún nombre. Pero el once de Independiente ya se dice casi de memoria. Ya encontró Ariel Holan, en cinco partidos oficiales, un equipo que le responde. Ya dijimos que el Rojo logró, en estos primeros partidos del ciclo, algo parecido a una identidad. En todos los partidos fue superior a su rival, y en todos (con Velez un poco menos) supo cómo llegar. Le faltaba ser contundente, embocarla. Le faltaba desactivar esa presión que a veces sufren los equipos (y los jugadores), que es cíclica y que es desesperante, que se retroalimenta con cada minuto que dura el periodo de frustración. Pues la desgracia goleadora se cortó el domingo en la ciudad de Paraná, bien temprano en el partido. Tal vez, lo que a Independiente le faltaba era jugar un partido de visitante, contra Patronato fue el primero del año (y estamos en abril).

Otra vez Emiliano Rigoni fue la pieza roja fundamental. El cordobés, que había marcado el único gol de la era Holan, hizo dos y es el hombre más desequilibrante del once de Avellaneda. Si, como marcamos, Walter Erviti es el encargado de equilibrar al equipo desde el centro de la cancha (y no más adelante), Rigoni tiene como tarea romper el equilibrio del equipo rival desde la intensidad de su banda derecha. Rigoni, en cierta manera, se está mancuellizando. Federico Mancuello fue el último gran referente en un equipo rojo, él era responsable o partícipe de casi todo lo bueno que le pasaba a Independiente en cada partido. Rigoni está entrando en ésa dinámica y, de confirmarse, la cosa vendría con dos buenas noticias: el cordobés parecería tener un techo futbolístico más alto que el santafecino que ahora juega en Brasil y además está mucho mejor acompañado en la cancha.


Independiente jugó un gran partido en su visita a Patronato. Las chances que tuvo en Paraná las convirtió en goles con autoridad. Así resolvió no sólo el partido sino también el embrollo ese en el que estaba metido, ese círculo infecundo que se agrandaba después de cada partido. Una goleada a favor no le puede venir mal a nadie, nunca, está claro. Pero la cosa cambia cuando esa goleada le cae a un equipo que viene jugando más o menos bien pero que no la puede embocar; que encontró cierta regularidad en un rendimiento que respeta además la identidad anhelada pero que le cuesta convertir; que tiene argumentos colectivos e individuales y que es un buen combinado del tándem experiencia-solidez con el de picardía-frescura pero que le falta gol; que muestra que el recambio de nombres no altera el buen producto pero que lo único que no puede hacer es terminar bien las jugadas. Una goleada en un equipo así es otra cosa. Es una goleada que es una consecuencia, una goleada que confirma. Y que además da la impresión de haber destrabado una rueda virtuosa. Sólo el tiempo y el correr de los partidos nos dirán si el del domingo en Paraná fue para Independiente el punto de partida de algo que puede ser grande.


Apuntes:
Ya van cuatro expulsiones de contrarios en dos partidos que se comen los árbitros: el martes con Alianza Lima dos expulsiones clarísimas de los peruanos y el domingo dos jugadas criminales de los paranaenses que merecían expulsión y no fueron.

08 abril 2017

Romper el arco (Independiente 0 - Alianza Lima 0 Fecha 18, Copa Sudamericana 2017)


En su primera presentación por la Copa Sudamericana, para recibir a Alianza Lima de Perú, Ariel Holan ensayó un par de variantes tácticas con respecto al partido con Vélez por el torneo local. Optó por jugar con un sólo delantero: Gigliotti, el que más había generado de los dos, fue titular y Albertengo esperó en el banco. Además, Ezequiel Barco jugó de arranque. Todo indicaba que era un partido para Barco, y lo fue porque cuando él se animó a encarar (tal vez su mejor rasgo) Independiente llegó con peligro. Si Barco no participaba, el Rojo no era punzante. El equipo no estaba cómodo y esto se debía a otra de las pruebas que hizo Holan el martes, la menos feliz de ellas: Erviti, a quien en la anterior entrada ya habíamos marcado como pieza fundamental para el equilibrio de este equipo, se ubicó adelante de Nery Dominguez y no a su costado, que es donde el 10 se siente más cómodo, desde donde construye mejor.
Pero incluso desordenado como estaba, Independiente fue dominador del juego hasta el penal a favor que desperdició Giglioti. ¿Hizo bien el 9 en patearlo con ese antecedente tan fresco en el inconsciente futbolero? ¿Debería haber rematado fuerte y al medio para asegurar? Se escuchaba, cuando Giglioti se disponía a patear, un gran murmullo generado por los pensamientos de todos los espectadores, los de la cancha y los de la tele: ¡rompele el arco! Ahí el equipo se desconcentró un poco, lo que permitió animarse a los jugadores peruanos: y ahí estuvo Martín Campaña, que sigue agigantando su confianza. Ya en el segundo tiempo, con Erviti en su lugar en la cancha, Independiente hizo méritos holgados para llevarse el partido. Pero no entró ninguna: nunca el que remataba estaba del todo cómodo, siempre aparecía una humanidad peruana para bloquear el disparo. Se dio una de esas en las que se podría jugar durante horas que la red no se iba a mover. Puede pasar. Tal vez el problema de todas esas que no entraron fue que sus ejecutores pensaron lo mismo que todo el mundo pensó en el penal fallado, rompele el arco. Tal vez este Independiente seco de gol -sólo uno en los últimos 270 minutos- no anda necesitando romper los arcos sino bajar el nervio y empujarla al gol; ser inteligente y colocarla en la red. Este Independiente de Holan, va camino de encontrar una voz propia. Está empezando a tener una forma concreta, unos rasgos diferenciados. Está en proceso, sí, por eso se entienden las pruebas. Pero este martes se confirmó algo importante para Independiente, algo que, aunque sea triste admitirlo, hacía mucho que no pasaba: en este principio de ciclo que forman los tres partidos oficiales de 2017 (San Martín de San Juan, Vélez, Alianza Lima) el Rojo jugó más o menos a lo mismo. Y eso a lo que quiere jugar Independiente no esta nada mal, necesita minutos de ruedo claro, es incipiente, pero no está nada mal.

Apuntes:

*Ezequiel Barco debería, cada tanto, una de cada tres por ejemplo, tocar de primera -antes tal vez no tenía con quien jugar al toque, pero en este equipo puede hacerlo- en lugar de intentar la personal casi siempre -es muy joven, tiene tiempo para aprenderlo.
*Martín Campaña está más que consolidado en el arco de Independiente. Ya vemos como algo tan normal que nuestro arquero brinde seguridad que no nos acordamos de lo infernal que era eso.
*Ya es una gran noticia que en el primer equipo jueguen tantos pibes de las inferiores, notición ensalsado con la seriedad con la que juegan sus primeros partidos chicos como Bustos, Blanco o Franco.

03 abril 2017

Por buen camino (Independiente 1 - Vélez 1 Fecha 18, Torneo argentino 2016/17)


Para resumir el desempeño de Independiente frente a Vélez en su segundo partido oficial del año -el tercero del ciclo Holan- yo diría que “Tiró una onda, pero no la fue a buscar”, o “Mostró algo pero no lo supo aguantar”. Y sí, no se puede negar que desde el comienzo y hasta el minuto 30 de primer tiempo (y los primeros 15 del segundo) el Rojo jugó bien, nada del otro mundo, ojo, pero no estuvo mal. 
Veamos qué fue lo bueno que demostró:
Lo principal me parece que es algo que tiene que ver con las sensaciones. Me explico: hace años que un lateral a favor nuestro genera nerviosismo (bien fundado, por cierto) porque hay muchas probabilidades de que la jugada termine con riesgo para el arco rojo. Lo mismo pasa con un córner a favor: lo más probable siempre es que no derive en gol nuestro sino en una contra peligrosa para el rival. Esto, por supuesto, tiene que ver con que el equipo ejecuta mal, pero además con que para mal la defensa cuando ataca; carece de ideas y/o confianza para elaborar algo concreto y contundente que obligue a los jugadores rivales a preocuparse por evitar ese ataque, en lugar de eso el rival arma el contragolpe y lastima. Lo bueno de este partido fue que no sufrimos en un lateral o en un córner a favor, sino que daba la impresión de que se podía generar algo importante a favor. Estas buenas sensaciones duraron casi una hora, exactamente hasta que salió Erviti. Y ya un rato después empezó el famoso murmullo. Pero sigamos con las buenas , que todavía queda algo más.
Independiente mostró opciones de ataque variadas. Cuando no podía penetrar tocando, aparecía alguien que cambiaba de frente o ensayaba un pase largo con criterio. Las pelotas paradas también fueron una buena opción, de hecho el gol llegó con ese tiro libre espectacular de Rigoni. Tampoco es que el Rojo haya tenido muchísimas situaciones claras de gol, la verdad, pero Vélez no inquietaba y los volantes nuestros tenían la pelota. Y el equipo jugaba con tranquilidad, sobre todo a partir del gol (minuto 14).
Otra buena: es un acierto de Holan ubicar a Bustos de lateral derecho. Un puesto que hace años trae más problemas que satisfacciones. El de Ucacha (Córdoba) deberá ganar experiencia en la marca para no generar penales en contra o faltas cerca del área (Gustavo Toledo, quien lo precede en el puesto, tiene récord en gestar ese tipo de faltas a favor del rival) y para mejorar en la salida (perdió dos o tres pelotas intentando salir por su banda). Pero garantiza una buena llegada por el lateral y sacrificio.
Y la última: jugar con un volante central a la vieja usanza. Todavía tenemos que verlo jugar unos cuantos partidos más a Nery Dominguez, pero la primera impresión fue muy buena. Siempre que Vélez inició un ataque Nery estuvo bien parado. Torito Rodriguez ya tuvo muchas chances y nunca logró regularidad, alterna buenas y malas en un puesto que no admite demasiados errores. Al surgido en Rosario Central le hace muy bien tener cerca a Erviti cuando recupera la pelota: su rendimiento cayó cuando salió de la cancha el ex Banfield. Y así damos paso a los aspectos negativos, comenzamos a hablar de cómo y por qué este Independiente, que arrancó muy bien, terminó el partido algo desdibujado.

El segundo tiempo empezó bien para el Rojo: jugando en campo rival, presionando alto. El gol de Burrito Martinez golpeó bajo, sin embargo el equipo siguó funcionando bien, hasta que finalmente se desarmó: cuando salió Erviti. El 10 no jugó un gran partido, pero asociado con Nery Dominguez es el nexo entre defensa y ataque. Y es, además, el punto de sosiego de Independiente. Erviti sabe muy bien cuándo debe acelerar, cuando meter la pausa, y rápidamente asumió su rol. Insisto, aun sin jugar bien el 10 es esencial para el equilibro de las líneas de Independiente.
Nicolás Figal, el preferido de Gabi Milito, también goza de la confianza de Ariel Holan. Es un buen defensor pero debería entender cuál es su puesto en la cancha, cuáles son sus obligaciones y dónde están sus limitaciones. En el partido del viernes Barco, que entró en el segundo tiempo, perdió un par de pelotas cuando intentó gambetear. ¿Dónde las perdió el volante ofensivo? Cerca del área de Vélez, claro. Ahora, cuando el que intenta las gambetas y pierde el balón es Figal, el área más cercana es la de Martín Campaña. Es una cuestión puramente lógica, un error conceptual que lo vuelve muy peligroso. Hay que remarcar a este respecto que Independiente tiene un plantel muy corto de defensores, por lo cual que Figal entienda el problema se está tornando una urgencia. Frente a Vélez, además, le hizo un penal grande como una casa a Pavone que además acarreaba expulsión (ya estaba amonestado) que, afortunadamente, el árbitro Lamolina no marcó. Figal salvó el cuello pero el equipo se desconcentró, por suerte enseguida se terminó el primer tiempo.  

Con la salida de Walter Erviti Independiente se partió en dos y le regaló la pelota a Vélez, que incluso amarrete como fue se animó y podría haberlo ganado. Albertengo y Gigliotti pusieron muchas ganas pero todavía ninguno de los dos está fino. El ex Boca, para ser goleador, está demostrando demasiadas dudas en el área. Independiente necesita como el agua que se abra el arco para ambos lo antes posible o al menos para uno de ellos. El equipo demostró que sabe cuál es el camino a seguir, pero al primer revés se reencontró con ciertos fantasmas que lo inhiben y le hacen olvidar el rumbo. Se vienen muchos partidos apretados en pocos días, así como jugó sólo dos partidos en más de cien días ahora deberá asumir casi una docena de compromisos en menos de dos meses. Veremos si las buenas intenciones que pudimos ver se transforman en algo más sólido. Lo bueno es que las respuestas no tardarán en llegar, el martes nos visita Alianza Lima de Perú por la Copa Sudamericana.