"Tal vez el Edén, como lo quieren por ahí, sea la proyección mitopoyética de los buenos ratos fetales que perviven en el inconsciente. " Así habló Cortázar.

20 junio 2017

Se durmió (IND vs OLI, Fecha 28, Torneo Argentino)



Independiente recibía a Olimpo en Avellaneda para quedar un escalón arriba del resto de los equipos que pelean por entrar en la próxima Libertadores. Si ganaba quedaba cuarto, un par de puntos por encima de ese verdadero pelotón y con el diferencial de depender sólo de sus buenos resultados en estas dos fechas que quedan. Y empezó bien, ante un rival duro, pero se durmió. Hizo un buen primer tiempo y, aunque no fue muy superior al rival (como acostumbra este equipo), tuvo las llegadas más claras, sin ser muy punzante, la verdad. En los últimos partidos los técnicos (de Huracán, Aldosivi, Defensa y Justicia, Olimpo) que enfrentaron a Independiente plantearon un cerrojo basado en tres disposiciones: mucha gente en los últimos metros, rápido reposicionamiento defensivo y presión asfixiante. La finalidad es evitar que el equipo de Holan encuentre pasillos para penetrar cuando tiene la pelota y, sobre todo, achicar los espacios que le puedan quedar para jugar a la contra. Para esto último es vital que Independiente haga transiciones rápidas (tiene con qué) que impidan el reacomodamiento defensivo y dejen a sus jugadores mano a mano contra el rival. Para lo primero el arma principal viene siendo el número 23. Cuando la cosa esta friccionada en el medio, cuando el rival quiere nublar las ideas rojas, Nery siempre encuentra el momento y el movimiento para clarificar. Abre la cancha, cambia de frente, hace la pausa. Lo que sea necesario para ese momento particular del partido. Y, en especial, asiste a distancia. Así destraba ese cerrojo y los pone a correr a sus compañeros de cara al arco, en especial a Rigoni. Y el partido con Olimpo no fue la excepción, Nery fue el mejor en un primer tiempo en el que el funcionamiento general de los de Holan fue bueno. Lo hizo al minuto 16, dejando a Rigoni cara a cara con el defensor, y lo hizo a los 35 con un pase de treinta metros que le cayó justo a Albertengo para desviar al gol. De ahí hasta que terminó la primera parte Independiente lo controló. Tal vez ahí tendría que haber ampliado la diferencia para ya, de una vez, desvirtuar un partido que fue bastante parejo. Pero no lo hizo. Y cuando salió a jugar la segunda parte se le notó la marca de la almohada. Olimpo hizo lo suyo, no hay que soslayar el mérito de un equipo que con poquito genera mucho, pero Independiente dejó pasar su chance. Con el partido empatado, nunca estuvo cerca de ganarlo; nunca superó al equipo bahiense, nunca lo puso contra las cuerdas. 

En general el funcionamiento de todos los jugadores fue aceptable o bueno, a excepción de Erviti, de quien ya hablamos antes, y Alan Franco. El defensor viene teniendo rendimientos flojos en los últimos partidos: contra Olimpo se mostró inseguro, le pifió a la pelota un par de veces (además de la que tuvo en ataque, a los 3 del ST erró un cabezazo en el área roja tras un centro que no terminó en nada pero podría haber sido fatal, esa misma jugada en la que la defensa de Independiente no supo cómo sacar el balón de ahí, derivó en el gol de Olimpo). Urge en el plantel la incorporación de dos defensores centrales, tres si se va Taglia. El resto de los defensores, mantienen un nivel muy alto, con párrafo aparte (al final de esta entrada) para Fabricio Bustos.
Walter no está en condiciones de jugar, es un hombre que puede ser muy útil para este equipo, ya dijimos que cuando está en buenas condiciones es el termómetro perfecto para la creación de fútbol, pero en este estado no suma. Esa función, mientras tanto, puede cumplirla (ya lo demostró) Nery, y en el caso de no poder contar con Toro, aparece como mejor opción el ingreso de Vitale como volante central. Holan debería dejar que Walter se recupere bien para el próximo torneo, el otro mediocampista con él se siente solo y está quemando al propio Erviti con la hinchada, que en breve perderá la paciencia. Los tres “ofensivos” estuvieron tibios: Rigoni intermitente, aunque cuando aparece la jugada tiene olor a peligro; Benitez no transcendió; Barco es de los tres el que más propone, pero tiene un grave problema al pasar la pelota, la habilitación para Miñon para el gol de la victoria ante Defensa y Justicia parece haber sido sólo un espejismo. Campaña sigue sólido, se está transformando en el mejor arquero del fútbol argentino, en el gol de Olimpo no tenía nada que hacer ante un verdadero fusilamiento de cabeza. Y Albertengo convirtió en, prácticamente, la única chance clara que tuvo. Se lo vio laborioso pero, como al resto del equipo en el segundo tiempo, le falto chispa. 


La actuación del árbitro, Fernando Espinoza, fue impresentable. Y es cierto que a Independiente lo vienen perjudicando los árbitros, por lo menos, desde que se inició el ciclo de Holan. Pero al igual que en el partido frente a Boca, los errores del árbitro no fueron causantes de que Independiente perdiera puntos. El rival juega su partido y Olimpo, como Defensa y Justicia el último jueves, lo complicó. Los dos puntos perdidos, como dijo Holan, pueden ser cruciales para lograr el objetivo o para que se escape. Ahora Independiente no depende de sí mismo sino de resultados diversos. Por lo tanto, no queda otra: faltan dos partidos y hay que ganar los dos.

Bustos se merece un párrafo aparte: ver jugar a Fabricio Bustos es como ver los partidos de los míticos y gloriosos. El 4 del Rojo deja el corazón en cada partido, pero no es lo único que tiene para dar: demuestra criterio en ataque y en defensa, personalidad para "acomodar" a un compañero cuando este demuestra cierta desconcentración, y una calidad superlativa que le queda pintada a esa camiseta que viste. Lleva jugados 17 partidos en primera. ¿Cuando cumpla los 50, qué va a hacer en la cancha este pibe?

05 junio 2017

Una sombra (BOC vs IND, Fecha 27, Torneo Argentino)


El Independiente que perdió en la Bombonera no tuvo nada que ver con el equipo que venía siendo. Es más, recordó por momentos a ese viejo Independiente que nunca más queremos ver. No le opuso resistencia a un Boca que salió como todo el mundo sabía que saldría: a comerse al equipo de Holan de entrada. Y el Rojo no tuvo reacción. No piso firme en todo el primer tiempo (metafórica y literalmente, porque hubo muchas caídas de los jugadores rojos). Regaló los primeros 45 minutos y, normalmente, cuando esto sucede contra equipos poderosos, después se torna irremontable. Boca presionó fuerte donde tenía que hacerlo y pegó (me refiero a hacer faltas) cuando debía. Independiente presionó a destiempo y no pegó cuando ameritaba. En general todo el equipo, pero en particular Benitez y Rigoni, jugaron muy liviano. No parecía un partido definitorio. Y lo era: si se quería pelear el campeonato ayer era el día D; si se quería acomodar la clasificación a la Copa, ésos eran los tres puntos. Pero no fue. 

Irreconocible

Fue todo de Boca. Porque el local fue el único que jugó la primera parte y el de ayer fue un partido de 45 minutos. Independiente permitió que Boca le diera vuelta la tortilla: los que estaban apurados eran ellos, los que tenían que jugar con ansiedad eran ellos. Pero la pasividad y liviandad rojas posibilitaron que Boca revirtiera esa ventaja con la que contaban los de Avellaneda, incluso con el partido cero a cero. Porque el primer gol llega casi a la media hora de partido, pero desde el principio Holan se gastó la voz rogando que Walter se tranquilizara, que Toro tocara, que Benitez se juntara con el Pibe. Cuando un equipo que está tocando y tocando la pelota los noventa minutos de todos lo partidos que juega, no puede dar tres pases seguidos, se frustra, queda totalmente desubicado. Así jugó Independiente el primer tiempo en la Bombonera: desfasado, irreconocible y sin siquiera intensidad. En el segundo tiempo, los primeros diez o quince minutos, podríamos decir que “tiró una onda”. Pero Boca lo estaba esperando muy cómodo: sin apuros, con una buena diferencia de goles y la confianza propia jugando como si fuera un viento fuerte a favor. 

Unos pocos se salvaron

La defensa, salvo Alan Franco que ya contra Alianza había tenido una nochecita de aquellas y repitió contra Boca, se salvó del papelón. Campaña no hizo su mejor partido, está claro, pero excepto en el tercer gol (flojo pase atrás de Franco) no tuvo grandes responsabilidades y salvó unas cuantas. Taglia y Miñon jugaron un partido aceptable. Bustos y el Pibe fueron los mejores: por juego y porque nunca negocian el sacrificio y el orgullo de jugar con la roja. Toro, perjudicado por la decisión de Holan de poner a Walter, no jugó la pelota bien en toda la noche. Bueno, sí, al minuto 12 del ST dio el primer pase correcto a un compañero. Mesa entró bien, pero ya el “moco” estaba hecho. Benitez y Rigoni, de quienes se esperaba el origen del fútbol de Independiente, estuvieron ausentes. Y el Puma salvó la ropa con sacrificio, estuvo fastidioso porque no le cobraron una, pero tampoco le llegó una pelota decente. Párrafo aparte para Walter.

El tema Erviti

Contra Huracán le dio los tres puntos al Rojo en la última jugada, pero justificar su inclusión por ese acto fortuito es propio del exitismo. Holan decidió excluir a Nery, el de rendimientos más parejos de los tres que alternan el medio rojo, para poner a un jugador de gran calidad y, sobre todo, experiencia para un partido como el de ayer. Esos habrán sido los argumentos del DT. Pero decidirse por Walter significa dejar a Toro solo en la marca del triángulo que dispuso Boca y que le resulto tan efectivo: WilmAr, Pérez, Gago. Nery, ya lo demostró, puede aportar marca y presión al estilo de Toro y salida y calidad al estilo de Walter. Boca verticalizó por el medio con una facilidad pasmosa con sus centrales o con su volante tapón (WilmAr) y ganaba metros con mucha facilidad por un callejón que Holan le dejó libre. Ahí el error no era solo de los volantes defensivos sino también de los delanteros que no presionaban la salida. En esa laguna que Independiente dejó navegable, es donde estuvo la clave de la generación de fútbol de Boca ayer, y por ende la llave que le terminó dando el partido. ¿Cuántos minutos podía jugar Walter? Si nos guiamos por esa jugada en que Jara le ganó cinco metros en diez recorridos, sólo podía jugar un tiempo. Eso significa que al incluirlo al diez de titular infiltrado (sin necesidad porque estaba Nery) Holan estaba quemando un cambio. Y finalmente Walter tuvo que jugar todo el partido porque el Pibe, lesionado, terminó usando ese cambio que estaba destinado al diez.

Chocar con la realidad


Independiente perdió un partido de quince jugados, los números hablan de un buen equipo y de un buen proyecto. Y por eso no podemos “matarlos”, por el contexto. Pero este tipo de partidos, en otro contexto, son los que echan a un DT o renuevan un plantel. La camiseta de Independiente viene con una etiqueta en la que dice que en este tipo de partidos (como lo entienden a la perfección Bustos, Taglia, el Pibe) el sacrificio y la entrega no son opcionales. Pueden jugarse mal, pero no se puede dejar jugar al rival tan impunemente. En definitiva fue un baño de realidad, no se puede pelear un campeonato cuya primera parte la jugó un equipo que no estaba a la altura de esto para lo que sí parece estar preparado el equipo de Holan. En todo caso eso lo veremos el próximo torneo y ahora lo que queda es abrochar la clasificación a la Copa y terminar lo más alto posible.

02 junio 2017

No fue feliz, ALD vs IND (fecha 26, Torneo Argentino)


Si el cabezazo del Puma a los tres minutos de juego en el José María Minella hubiera sido más esquinado, muy probablemente hoy estaríamos hablando de la goleada que Independiente le propinó a Aldosivi. Recordemos Paraná: Rigoni define al minuto cuatro de juego la primera chance roja de la tarde y lo demás sólo fue ser contundente. En este caso, Aldosivi habría tenido que salir a buscar dejando espacios a, tal vez, el equipo que mejor juega de contra en Argentina. El Tiburón se habría visto obligado a desactivar ese cerrojo (una línea de cuatro y otra de cinco hombres en los primeros veinte metros de su campo) dispuesta para nublar las ideas de los cuatro ofensivos de Holan que, ante la presión asfixiante que le proponía el equipo marplatense, debían jugar hacia atrás y volver a intentar, siempre sin suerte. Pero ése gol de Giglioti no fue gol, así es que no sirve de nada seguir hablando en potencial. 

Independiente no pudo doblegar a Aldosivi en Mar del Plata y dejó pasar así una buena chance para acercarse al objetivo de clasificar a la Libertadores y, sobre todo, de descontarle más puntos a Boca, que empataría al día siguiente con Huracán.

En la primera media hora de partido Aldosivi hizo un esfuerzo extremo y sometió al Rojo a una presión feroz, saliendo de contragolpe cuando recuperaba la pelota y poniendo mucha gente en ataque. De hecho, la única de riesgo real que tuvo Independiente fue esa del Puma del comienzo y las más claras de la primera parte fueron de los de Walter Perazzo. Pero esa intensidad le duró treinta minutos al local, después, y desde allí hasta que acabó el partido sólo se dedicó a frenar al visitante con nueve de sus diez jugadores de campo. Lo que coloquialmente se conoce como “poner el micro debajo del arco”. Sin embargo, la más clara del segundo tiempo (y de todo el partido) fue un cabezazo de Miracco en el travesaño de Campaña. Aunque, hay que decirlo, la jugada derivó de una falta clara no cobrada en perjuicio de Nery. El arbitraje de Pitana, de quien dicen es el mejor árbitro del mundo, fue bastante malo: otras dos expulsiones no sancionadas a rivales de Independiente (Medina y Yeri), y ya van unas cuantas sólo contando el ciclo Holan. 


Hubo pocos puntos altos en Independiente. Nery hizo un buen partido, debió jugar de Toro (a quien Holan cuidó para que no se perdiera el cruce con Boca), es decir un poco más atrás, más de tapón, más entre los centrales de como lo hace normalmente, y lo hizo bien. Mesa, en cambio, que tuvo que jugar de Nery, estuvo incómodo todo el partido. La defensa (que volvió a su formación original) tuvo un buen desempeño. A veces dejamos de reconocerlo porque nos olvidamos muy rápido de los problemas constantes que la defensa de Independiente tuvo en los últimos años. De los de arriba: Benitez fue el que más intentó y Rigoni aportó un poquito en el segundo tiempo. El Pibe tuvo una mala noche, no estuvo preciso con la pelota y, en definitiva, le faltó lo que a todo el equipo, como bien dijo Ariel Holan una vez terminado el partido: claridad, fantasía y frescura. 

Fue una lástima, la verdad, porque era una buena chance de acortar diferencias con los de arriba, pero no se pudo. Independiente, desde que logró cierta regularidad en el juego, una identidad y, sobre todo, ese poderío ofensivo, debe acostumbrarse a que los rivales le jueguen así como le jugó Aldosivi. Por un lado, el Rojo tendrá que buscar nuevas formas de llegar al arco contrario y por el otro es un reconocimiento de parte de los rivales hacia Independiente porque le juegan como lo que verdaderamente es: un equipo grande.

23 mayo 2017

Acostumbrarse a ganar (IND vs Huracán, fecha 25, Torneo Local)


Independiente no jugó bien contra Huracán el sábado, la verdad. El balance del partido, en lo que hace al funcionamiento del equipo, no fue bueno. Sin embargo, la victoria en la última jugada sobre el Globo dejó, además de los tres puntos, unas cuantas cosas positivas. El equipo fue más que Huracán. No le sobró nada, pero fue más. Sin embargo, jugó uno de los partidos más flojos desde que Holan es el DT. Fue bastante parecido a lo hecho contra Rafaela también en el Libertadores. Tal vez porque los planteos de Rafaela y de Huracán fueron parecidos y porque ambos equipos se pusieron en ventaja: lo esperaron a Independiente, no le permitieron contraatacar, le manejaron la pelota e intentaron jugar con su desesperación. Contra Rafaela, Puma empató el partido rápidamente. Contra Huracán el equipo necesitó casi una hora de juego para empatarlo. Y sin embargo no se desesperó. El equipo de Holan, incluso cuando no juega sus mejores partidos, nunca se desespera porque confía en que su idea de juego tarde o temprano le dará resultado. Esto es algo que con Milito ya se empezó a desarrollar, sólo que aquel equipo insistía tanto en llegar tocando que el que se desesperaba y exasperaba era el público. Holan pulió esa característica y le inculcó al equipo nuevas formas de llegarle al rival, básicamente trabajó en sus jugadores la movilidad y la practicidad. Hoy Independiente también puede ser rápido para atacar, o bien con transiciones cortas o bien con pases largos que saltean líneas. 

Después de un año el Rojo dio vuelta un partido que empezó perdiendo. Con el arquero más que afianzado y con un Taglia cada día más enorme, la defensa está cada vez más sólida. Tendría que revisar Holan otras variantes para cuando tenga que reemplazar a uno de los defensores (como fue el caso de Miñon el sábado) sin sacrificar a Bustos, que incluso con la cancha cambiada fue, a mi entender, junto con Toro, el mejor de los rojos. Otra vez figura este chico que con un puñado de partidos en primera se está transformando en una de las figuras del once de Holan y es, junto con Alan Franco y El Pibe, la gran aparición y el orgullo del club. En el primer tiempo los jugadores no estuvieron finos con la pelota en los pies y no marcaron bien, el cuarteto ofensivo (Puma, Rigoni, Benitez, El Pibe) no hacía los deberes defensivos cuando Huracán tenía la pelota y dejaban al doble cinco (Toro-Nery) en inferioridad para marcar: los mediocampistas visitantes quedaban libres y generaban juego con movimientos muy sencillos. Además, no se generaron chances claras de gol. Las aproximaciones al arco de Marcos Díaz eran tibias y los “ofensivos” parecían poco inspirados. De hecho, uno de ellos puso en ventaja a Huracán: Puma Gigliotti se hizo un lío en el área y la mandó a la red de Campaña. El gol de Huracán fue en el minuto 27, a partir de ahí Independiente se vio obligado a buscar pero las ideas seguían sin aparecer. Sin embargo, si hubo algo que funcionó en el equipo en esa primera parte fue el tándem de volantes centrales Toro-Nery: ambos están cada vez más confiados, ambos marcan con rigor y salen con criterio (Nery metió un par de pases largos deliciosos). Por eso llamó la atención que en el comienzo del primer tiempo lo sacara al ex Central para que ingresara Walter. No fue un buen cambio de Holan: tal vez era la oportunidad para jugársela (Independiente estaba obligado a ganar), que Walter entrara por Martinez y dejar tres en el fondo. Además, el 10 hizo un partido muy malo (sí, aunque la victoria agónica llegara con un gol suyo), estuvo impreciso con la pelota y lento en los desplazamientos. Vi por ahí que le pegaron mucho a Damián Martinez, es cierto que desde que llegó no demostró nada extraordinario, pero en realidad contra Huracán hizo un partido aceptable: no tuvo errores importantes, no gravitó en ataque, está bien, pero su partido no fue malo. Flojo fue el partido que tuvieron Puma Gigliotti, Benitez y Walter. Y si me apuran, El Pibe también tuvo partido flojo. Es cierto que generó el penal y demostró (otra vez, como con Estudiantes) mucho huevo a sus 18 añitos para agarrar la pelota en un momento caliente del partido y cambiar ese penal por gol. Pero convengamos que no generó mucho más y que no dio ni un pase correcto (ésa es una falencia del Pibe que Holan deberá trabajar mucho). 

En el primer tiempo, en general, Huracán jugó mejor que Independiente: y esto es la primera vez que ocurre en el ciclo Holan, que el rival sea superior. En el complemento el Rojo mejoró un poco, no demasiado, y no por el cambio que hizo el DT. Más con orgullo que con fútbol, fue creando situaciones. Hasta que llegó el penal por mano en el área de Nervo. Ahí el Pibe hizo su (casi) único aporte de la noche y lo resolvió con calidad y temple. Después fue empujar y empujar. Aunque Huracán lo podría haber liquidado antes del empate del Pibe y podría haberse puesto en ventaja otra vez con el partido 1 a 1, pero Campaña es el mejor arquero rojo por lo menos de los últimos 20 años. Al final, en la última jugada de la noche, Taglia agarró la lanza y aun con el reloj presionándolo, pensó y ejecutó: pase pinchado para Albertengo, centro del de Egusquiza y cabezazo de Walter que entró por el medio para arreglar la mala noche que había tenido. Y la locura fue total. 


Independiente gana esos partidos que antes no ganaba. Son detalles, pero el equipo de Holan recuperó el saludo místico inicial y de la mano le llegan momentos futbolísticos épicos. Independiente gana esos partidos porque juega bien, porque en general juega mejor que el rival, y cuando un equipo se acostumbra a jugar bien aumenta la posibilidad de que esos sucesos extraordinarios, que a Independiente últimamente no se le daban, ocurran. Los detalles, el saludo a la vieja usanza, la identificación con las viejas glorias del club, lo que hacen es invitar a soñar. La clasificación a la Libertadores está bien encaminada, pero todavía falta. Habría que seguir concentrados en ese objetivo porque, si en las próximas fechas se logra la clasificación, tal vez hacia el final del campeonato podemos mirar la cima de la tabla (que ahora estaría a potenciales dos puntos, si se le gana a Defensa el partido pendiente y a Boca en la Bombonera) y fantasear con salir campeón.


Las perlitas de los boludos de la tele

Los relatores y comentaristas de las tele son una máquina de decir lo mismo sobre la nueva reglamentación para juzgar las manos en el área. En este caso fue Ariel Rodriguez de Telefe: "Eso hoy es penal" o "Hoy se cobra esta mano". Y sí, es verdad que la nueva regla suma polémicas a las decisiones arbitrales. Pero la mano de Nervo era penal antes y la mano de Alan Franco no era penal antes. La mano de Erviti contra Estudiantes que fue penal, antes también lo era, y con esa mano también tiraron sus ya clásicas frases.

10 mayo 2017

Campeón de la visita (NOB vs IND, fecha 23, torneo argentino)



Si el torneo terminaba hoy, Independiente era el campeón de los visitantes, que vendría a ser algo así como ser el campeón de invierno, que no sirve para nada pero que a la vez es infinitamente mejor que ser el campeón moral, ese título que asignan sin atender a ninguna variable real. Independiente ganó en condición de visitante el setenta por ciento de los puntos que tiene. El setenta. Todo lo que disputó desde que Ariel Holan es el DT. Fuera de casa es contundente; cuando juega de visitante se agazapa y es letal. Pero más allá de la estadística, que de eso no se vive, el Independiente de Holan se ve muy sólido y todavía no sabe lo que es perder. Con NOB, como en Paraná, lastimó de entrada y terminó goleando. Independiente aprendió a contraatacar, está claro. Pero acá no tiene lugar el debate que pretendió instalar Frank Kudelka, una de las víctimas de este “visitador implacable”. Y si lo tiene, a los rojos no les interesa. El dato, la noticia, sí que sirve: el Independiente de Holan no sólo sabe a qué juega sino que además sabe jugar a cosas distintas: requisito fundamental para un equipo que quiere ser un gran equipo.

Se habló mucho antes del partido de si Independiente cedería a El Pibe a la selección sub-20. Finalmente no fue cedido y El Pibe jugó y fue una pieza gravitante en la victoria. La decisión que tomó el club fue muy en la línea de Moyano y de la gente que maneja el club, y nosotros, los hinchas de este blog, no estamos de acuerdo. Si de verdad se quiere refundar la AFA y usar a la selección (las selecciones) como bandera de ese giro que se quiere dar, la actitud de los clubes no puede ser esta. Sólo aclarar esto y ya terminar con el tema, porque a nosotros, los hinchas de este blog, nos interesa el fútbol. Nos interesa que El Pibe esté ganando confianza, que se le note en la cara; que entienda que el sacrificio en la marca puede ser tan importante como la gambeta en velocidad; que vaya recolectando experiencias: contra NOB, la única vez que enganchó para afuera la jugada terminó en gol del Puma. Nos preocupa, por ejemplo, si juega o no juega Walter. Y Walter jugó, y Holan se la tuvo que jugar también. Y le salió bien: sacrificó a Nery, lo puso a Toro, y el mediocampo de Independiente funcionó bien. A los cinco del segundo tiempo Walter debió ser reemplazado (no juega contra los primos por acumulación de tarjetas) por Nery. Todavía no sabemos si Walter, mientras estuvo en la cancha, jugó de Nery o si Nery, cuando entró, jugó de Walter. Lo cierto es que Independiente está encontrando un funcionamiento regular e intercambiable en sus tres hombres del medio (de los cuales entran dos), los que tienen que encender la mecha del fútbol. Nery-Walter, Toro-Walter, Nery-Toro. El domingo, el clásico lo juega la última dupla. 


Gran partido de Bustos, envalentonado desde el arranque por su primer gol en primera a los dos minutos de juego. Rigoni, ausente en el primer tiempo, volvió a ser determinante por gol, por vértigo, por crack. Muy bien la zaga central (Franco-Taglia), muy sobrios. Jugar de marcador central le sienta mejor al propio Taglia, a su capitanía y al equipo. Ahí es importante que Miñon siga cumpliendo en el lateral: viene jugando bien en defensa y acoplándose al ataque con criterio, aunque el domingo Nacho Scocco lo volvió un poco loco por la banda. Buen partido de Benitez, que está ganando en trascendencia. Con el correr de los partidos veremos si esto de Benitez se mantiene en el tiempo, veremos cuánto. Lo mejor que podría pasarle a Independiente (y al parecer es el próximo paso que dará) es que mejoren las conexiones entre Benitez, Rigoni y El Pibe. Todavía no están aceitadas las relaciones entre esos tres que juegan delante de los volantes defensivos asistiendo al Puma o asistiéndose entre sí, surgen cosas interesantes pero aún no se ve un diálogo fluido. El de Holan es un equipo que todavía está en proceso de ser. Independiente tiene chances matemáticas de ser campeón: a potenciales (debe un partido) ocho puntos del líder con veintiuno en juego, chances tiene. Debería ganar todos los partidos que le quedan (que son ocho), a esta altura es la única opción que tiene, ganar todos. Bueno, en realidad podría ser campeón aunque empatara uno de los partidos que faltan por jugar, uno podría empatar. Pero no será el próximo partido porque, como todos sabemos, el próximo es demasiado personal.




Las perlitas de los boludos de la tele

*“Qué bien maneja los dos perfiles Rigoni, uno no se cansa de decirlo”. Marcelo Benedetto.
*Al minuto 76 entró Sebastián Prediger en reemplazo de Victor Figueroa. El “periodista” de campo de juego lo pronunció mal: Prediguer. El relator (Vilouta) también lo dijo mal: Prediguer. Y el comentarista, el gran Benedetto, también: Prediguer. Unos cracks.
*“El campeonato más abierto que nunca” Marcelo “Timming” Benedetto, justo cuando Independiente con su triunfo le daba un punto más de ventaja a Boca.





10 abril 2017

Se destrabó con una goleada (Patronato 0 Ind 5, fecha 19 Torneo 16/17)



Y al fin Independiente se despachó. Se le abrió el arco, se sacó la mufa, rompió la racha. Que le digan como quieran. Venía de hacer un gol en los últimos tres partidos y le metió cinco a Patronato en Paraná. Y, además, jugó bien.

Puede jugar Blanco por Mesa o viceversa; Sanchez Miño, Benitez, Rodriguez (Toro) o el propio Albertengo son apellidos de recambio que están cumpliendo; podrá cambiar algún nombre. Pero el once de Independiente ya se dice casi de memoria. Ya encontró Ariel Holan, en cinco partidos oficiales, un equipo que le responde. Ya dijimos que el Rojo logró, en estos primeros partidos del ciclo, algo parecido a una identidad. En todos los partidos fue superior a su rival, y en todos (con Velez un poco menos) supo cómo llegar. Le faltaba ser contundente, embocarla. Le faltaba desactivar esa presión que a veces sufren los equipos (y los jugadores), que es cíclica y que es desesperante, que se retroalimenta con cada minuto que dura el periodo de frustración. Pues la desgracia goleadora se cortó el domingo en la ciudad de Paraná, bien temprano en el partido. Tal vez, lo que a Independiente le faltaba era jugar un partido de visitante, contra Patronato fue el primero del año (y estamos en abril).

Otra vez Emiliano Rigoni fue la pieza roja fundamental. El cordobés, que había marcado el único gol de la era Holan, hizo dos y es el hombre más desequilibrante del once de Avellaneda. Si, como marcamos, Walter Erviti es el encargado de equilibrar al equipo desde el centro de la cancha (y no más adelante), Rigoni tiene como tarea romper el equilibrio del equipo rival desde la intensidad de su banda derecha. Rigoni, en cierta manera, se está mancuellizando. Federico Mancuello fue el último gran referente en un equipo rojo, él era responsable o partícipe de casi todo lo bueno que le pasaba a Independiente en cada partido. Rigoni está entrando en ésa dinámica y, de confirmarse, la cosa vendría con dos buenas noticias: el cordobés parecería tener un techo futbolístico más alto que el santafecino que ahora juega en Brasil y además está mucho mejor acompañado en la cancha.


Independiente jugó un gran partido en su visita a Patronato. Las chances que tuvo en Paraná las convirtió en goles con autoridad. Así resolvió no sólo el partido sino también el embrollo ese en el que estaba metido, ese círculo infecundo que se agrandaba después de cada partido. Una goleada a favor no le puede venir mal a nadie, nunca, está claro. Pero la cosa cambia cuando esa goleada le cae a un equipo que viene jugando más o menos bien pero que no la puede embocar; que encontró cierta regularidad en un rendimiento que respeta además la identidad anhelada pero que le cuesta convertir; que tiene argumentos colectivos e individuales y que es un buen combinado del tándem experiencia-solidez con el de picardía-frescura pero que le falta gol; que muestra que el recambio de nombres no altera el buen producto pero que lo único que no puede hacer es terminar bien las jugadas. Una goleada en un equipo así es otra cosa. Es una goleada que es una consecuencia, una goleada que confirma. Y que además da la impresión de haber destrabado una rueda virtuosa. Sólo el tiempo y el correr de los partidos nos dirán si el del domingo en Paraná fue para Independiente el punto de partida de algo que puede ser grande.


Apuntes:
Ya van cuatro expulsiones de contrarios en dos partidos que se comen los árbitros: el martes con Alianza Lima dos expulsiones clarísimas de los peruanos y el domingo dos jugadas criminales de los paranaenses que merecían expulsión y no fueron.

08 abril 2017

Romper el arco (Independiente 0 - Alianza Lima 0 Fecha 18, Copa Sudamericana 2017)


En su primera presentación por la Copa Sudamericana, para recibir a Alianza Lima de Perú, Ariel Holan ensayó un par de variantes tácticas con respecto al partido con Vélez por el torneo local. Optó por jugar con un sólo delantero: Gigliotti, el que más había generado de los dos, fue titular y Albertengo esperó en el banco. Además, Ezequiel Barco jugó de arranque. Todo indicaba que era un partido para Barco, y lo fue porque cuando él se animó a encarar (tal vez su mejor rasgo) Independiente llegó con peligro. Si Barco no participaba, el Rojo no era punzante. El equipo no estaba cómodo y esto se debía a otra de las pruebas que hizo Holan el martes, la menos feliz de ellas: Erviti, a quien en la anterior entrada ya habíamos marcado como pieza fundamental para el equilibrio de este equipo, se ubicó adelante de Nery Dominguez y no a su costado, que es donde el 10 se siente más cómodo, desde donde construye mejor.
Pero incluso desordenado como estaba, Independiente fue dominador del juego hasta el penal a favor que desperdició Giglioti. ¿Hizo bien el 9 en patearlo con ese antecedente tan fresco en el inconsciente futbolero? ¿Debería haber rematado fuerte y al medio para asegurar? Se escuchaba, cuando Giglioti se disponía a patear, un gran murmullo generado por los pensamientos de todos los espectadores, los de la cancha y los de la tele: ¡rompele el arco! Ahí el equipo se desconcentró un poco, lo que permitió animarse a los jugadores peruanos: y ahí estuvo Martín Campaña, que sigue agigantando su confianza. Ya en el segundo tiempo, con Erviti en su lugar en la cancha, Independiente hizo méritos holgados para llevarse el partido. Pero no entró ninguna: nunca el que remataba estaba del todo cómodo, siempre aparecía una humanidad peruana para bloquear el disparo. Se dio una de esas en las que se podría jugar durante horas que la red no se iba a mover. Puede pasar. Tal vez el problema de todas esas que no entraron fue que sus ejecutores pensaron lo mismo que todo el mundo pensó en el penal fallado, rompele el arco. Tal vez este Independiente seco de gol -sólo uno en los últimos 270 minutos- no anda necesitando romper los arcos sino bajar el nervio y empujarla al gol; ser inteligente y colocarla en la red. Este Independiente de Holan, va camino de encontrar una voz propia. Está empezando a tener una forma concreta, unos rasgos diferenciados. Está en proceso, sí, por eso se entienden las pruebas. Pero este martes se confirmó algo importante para Independiente, algo que, aunque sea triste admitirlo, hacía mucho que no pasaba: en este principio de ciclo que forman los tres partidos oficiales de 2017 (San Martín de San Juan, Vélez, Alianza Lima) el Rojo jugó más o menos a lo mismo. Y eso a lo que quiere jugar Independiente no esta nada mal, necesita minutos de ruedo claro, es incipiente, pero no está nada mal.

Apuntes:

*Ezequiel Barco debería, cada tanto, una de cada tres por ejemplo, tocar de primera -antes tal vez no tenía con quien jugar al toque, pero en este equipo puede hacerlo- en lugar de intentar la personal casi siempre -es muy joven, tiene tiempo para aprenderlo.
*Martín Campaña está más que consolidado en el arco de Independiente. Ya vemos como algo tan normal que nuestro arquero brinde seguridad que no nos acordamos de lo infernal que era eso.
*Ya es una gran noticia que en el primer equipo jueguen tantos pibes de las inferiores, notición ensalsado con la seriedad con la que juegan sus primeros partidos chicos como Bustos, Blanco o Franco.

03 abril 2017

Por buen camino (Independiente 1 - Vélez 1 Fecha 18, Torneo argentino 2016/17)


Para resumir el desempeño de Independiente frente a Vélez en su segundo partido oficial del año -el tercero del ciclo Holan- yo diría que “Tiró una onda, pero no la fue a buscar”, o “Mostró algo pero no lo supo aguantar”. Y sí, no se puede negar que desde el comienzo y hasta el minuto 30 de primer tiempo (y los primeros 15 del segundo) el Rojo jugó bien, nada del otro mundo, ojo, pero no estuvo mal. 
Veamos qué fue lo bueno que demostró:
Lo principal me parece que es algo que tiene que ver con las sensaciones. Me explico: hace años que un lateral a favor nuestro genera nerviosismo (bien fundado, por cierto) porque hay muchas probabilidades de que la jugada termine con riesgo para el arco rojo. Lo mismo pasa con un córner a favor: lo más probable siempre es que no derive en gol nuestro sino en una contra peligrosa para el rival. Esto, por supuesto, tiene que ver con que el equipo ejecuta mal, pero además con que para mal la defensa cuando ataca; carece de ideas y/o confianza para elaborar algo concreto y contundente que obligue a los jugadores rivales a preocuparse por evitar ese ataque, en lugar de eso el rival arma el contragolpe y lastima. Lo bueno de este partido fue que no sufrimos en un lateral o en un córner a favor, sino que daba la impresión de que se podía generar algo importante a favor. Estas buenas sensaciones duraron casi una hora, exactamente hasta que salió Erviti. Y ya un rato después empezó el famoso murmullo. Pero sigamos con las buenas , que todavía queda algo más.
Independiente mostró opciones de ataque variadas. Cuando no podía penetrar tocando, aparecía alguien que cambiaba de frente o ensayaba un pase largo con criterio. Las pelotas paradas también fueron una buena opción, de hecho el gol llegó con ese tiro libre espectacular de Rigoni. Tampoco es que el Rojo haya tenido muchísimas situaciones claras de gol, la verdad, pero Vélez no inquietaba y los volantes nuestros tenían la pelota. Y el equipo jugaba con tranquilidad, sobre todo a partir del gol (minuto 14).
Otra buena: es un acierto de Holan ubicar a Bustos de lateral derecho. Un puesto que hace años trae más problemas que satisfacciones. El de Ucacha (Córdoba) deberá ganar experiencia en la marca para no generar penales en contra o faltas cerca del área (Gustavo Toledo, quien lo precede en el puesto, tiene récord en gestar ese tipo de faltas a favor del rival) y para mejorar en la salida (perdió dos o tres pelotas intentando salir por su banda). Pero garantiza una buena llegada por el lateral y sacrificio.
Y la última: jugar con un volante central a la vieja usanza. Todavía tenemos que verlo jugar unos cuantos partidos más a Nery Dominguez, pero la primera impresión fue muy buena. Siempre que Vélez inició un ataque Nery estuvo bien parado. Torito Rodriguez ya tuvo muchas chances y nunca logró regularidad, alterna buenas y malas en un puesto que no admite demasiados errores. Al surgido en Rosario Central le hace muy bien tener cerca a Erviti cuando recupera la pelota: su rendimiento cayó cuando salió de la cancha el ex Banfield. Y así damos paso a los aspectos negativos, comenzamos a hablar de cómo y por qué este Independiente, que arrancó muy bien, terminó el partido algo desdibujado.

El segundo tiempo empezó bien para el Rojo: jugando en campo rival, presionando alto. El gol de Burrito Martinez golpeó bajo, sin embargo el equipo siguó funcionando bien, hasta que finalmente se desarmó: cuando salió Erviti. El 10 no jugó un gran partido, pero asociado con Nery Dominguez es el nexo entre defensa y ataque. Y es, además, el punto de sosiego de Independiente. Erviti sabe muy bien cuándo debe acelerar, cuando meter la pausa, y rápidamente asumió su rol. Insisto, aun sin jugar bien el 10 es esencial para el equilibro de las líneas de Independiente.
Nicolás Figal, el preferido de Gabi Milito, también goza de la confianza de Ariel Holan. Es un buen defensor pero debería entender cuál es su puesto en la cancha, cuáles son sus obligaciones y dónde están sus limitaciones. En el partido del viernes Barco, que entró en el segundo tiempo, perdió un par de pelotas cuando intentó gambetear. ¿Dónde las perdió el volante ofensivo? Cerca del área de Vélez, claro. Ahora, cuando el que intenta las gambetas y pierde el balón es Figal, el área más cercana es la de Martín Campaña. Es una cuestión puramente lógica, un error conceptual que lo vuelve muy peligroso. Hay que remarcar a este respecto que Independiente tiene un plantel muy corto de defensores, por lo cual que Figal entienda el problema se está tornando una urgencia. Frente a Vélez, además, le hizo un penal grande como una casa a Pavone que además acarreaba expulsión (ya estaba amonestado) que, afortunadamente, el árbitro Lamolina no marcó. Figal salvó el cuello pero el equipo se desconcentró, por suerte enseguida se terminó el primer tiempo.  

Con la salida de Walter Erviti Independiente se partió en dos y le regaló la pelota a Vélez, que incluso amarrete como fue se animó y podría haberlo ganado. Albertengo y Gigliotti pusieron muchas ganas pero todavía ninguno de los dos está fino. El ex Boca, para ser goleador, está demostrando demasiadas dudas en el área. Independiente necesita como el agua que se abra el arco para ambos lo antes posible o al menos para uno de ellos. El equipo demostró que sabe cuál es el camino a seguir, pero al primer revés se reencontró con ciertos fantasmas que lo inhiben y le hacen olvidar el rumbo. Se vienen muchos partidos apretados en pocos días, así como jugó sólo dos partidos en más de cien días ahora deberá asumir casi una docena de compromisos en menos de dos meses. Veremos si las buenas intenciones que pudimos ver se transforman en algo más sólido. Lo bueno es que las respuestas no tardarán en llegar, el martes nos visita Alianza Lima de Perú por la Copa Sudamericana.

02 julio 2015

La chispa adecuada

¿Cómo dice la canción? ¿“Tantas veces va el cantarillo a la fuente [...] y no te digo más“?
Bueno, el cántaro, la mufa, la “sequía“ se rompió. Enfrente, justo, estaba Paraguay.

Justo cuando Argentina no tenía un buen arranque, en el momento en que los de Ramón Diaz parecían animarse a ser protagonistas, cuando se empezaban a amigar con la idea de marcar el ritmo del juego, justo ahí llegó el gol de Marcos Rojo. Y no fue un gran gol precisamente porque haya culminado una buena maniobra colectiva, o por su factura técnica individual. Fue un gran gol porque le quedó ahí a Rojo, después del centro de Messi y de los rebotes, un tiro libre jugado al área de un equipo especialista en esas jugadas. Fue una de esas que antes no entraban. Entonces se abrió el arco del partido en sí, el que se estaba jugando, y también se abrió el otro arco. Porque después del 1 a 0, el 10 se soltó y todo el equipo se liberó. Recuperaron la alegría.

Eso se notó un rato después: Biglia se esconde y aparece libre en posición de 8, juega para Messi que cachetea una asistencia para Pastore, dos metros adelante de la posición del receptor, porque Messi respeta las reglas de una contra rápida, y el Flaco, que se había movido para sugerir el pase, controló en velocidad y relajó el pie.


Paraguay es la única selección que le hizo goles a Argentina en esta copa, le hizo 3 en total, 2 de los cuales los convirtió un argentino. En 5 partidos dos tercios de los goles que recibió Romero los hizo un tipo que nació en San Fernando, Buenos Aires.
 Con el gol de Barrios aparecieron algunos fantasmas. Suma de varios errores: Otamendi divide el balón; a Pastore le falta énfasis cuando cubre su posición; y Demichelis está muy lejos. Pero aunque el descuento paraguayo (y el instante de distracción) cayó mal, el equipo se rehizo muy rápido y siguió en sintonía.

Biglia recupera, Pastore recibe muy libre de Mascherano y, otra vez, relaja el pie para que Ángel defina.

Si el tercer gol sirve para ratificar que el motor se está aceitando, el cuarto, que fue el que le bajó la guardia definitivamente al equipo guaraní, para confirmar que Messi en la selección ya es ése que él mismo tanto quiere ser. Ahí se terminó, Argentina venía con una efectividad muy baja de acuerdo a todo lo que generaba, en algún momento tenía que explotar. La cosa explotó y el peludo se lo comió la selección de Ramón. Di María ya no estuvo tan solo, se cerró unos metros para asociarse más y, de paso, Rojo jugó más cómodo atacando por esa banda izquierda. El gol de Agüero es premio al partido que estaba haciendo y, en particular, a su movimiento en el área con el que se anticipa no a uno sino a dos defensores. Y que Higuaín entre y convierta en la primera que toque también suma. 



Cuando Argentina y Paraguay empataron su partido por el grupo B, Martino dijo que podrían haber terminado 5 a 2 o 6 a 2 arriba. Este segundo encuentro entre argentinos y paraguayos tuvo un resultado muy parecido a lo que podría haber sido aquel. Entre dos partidos de alto vuelo futbolístico argentino, lo diferente fue la contundencia en el segundo. Messi, que viene jugando una copa brillante, en un crescendo de más a mucho más, tuvo una noche de semifinal descollante. Volvió a dejar tendal, a generar esas fotos trágicas posteriores a su paso, con los rivales en el pasto como víctimas de un desastre natural. Fue atinado el comentario de Juan Pablo Varsky: contra Paraguay “a Messi le faltó hacer llover.“ Yo creo que si no llovió, fue porque él no se lo propuso.

Se espera un partidazo para el sábado. Será, cuanto menos, revelador en diversos aspectos. Si hablamos de historia se enfrentan: uno que nunca ganó una final, contra otro que ganó 14 y que a su vez es el que más finales perdió. Si miramos el hoy por hoy, chocan: un grupo que no está acostumbrado a jugar finales frente a otro que viene de perder una hace un año (sangre en el ojo que le dicen. Y experiencia). Juega uno que es local contra otro que viene de encontrar la chispa adecuada. Se cruzan, en la final de un deporte que no siempre es lógico, los dos que la lógica anunciaba. Chile todavía no se midió en esta copa contra un equipo que juegue a tener la pelota más que él. Argentina nunca jugó en esta copa contra un equipo que juegue a atacarlo (podría haber sido Colombia pero ya todos sabemos qué hizo Colombia). ¿Que si hay mucho en juego? Uno se juega la chance de volver a ser campeón más de 20 años después y de acomodarse ancho en un lugar en el que supo estar; casi nada. El otro tiene la oportunidad de ser campeón por primera vez en sus 120 años de historia; qué te parece. Pero hablar de Malvinas, de traiciones y de geografía es una GILADA. Esto es fútbol, nada más, nada menos.

27 junio 2015

El país de los arcos cerrados



A los jugadores argentinos se les niega el gol de una manera tan tozuda que a medida que pasan los minutos el arco rival (que mide como todos: más de 7 metros de ancho por casi 2 metros y medio de alto) se hace más chiquito. Cada vez, desesperadamente, más chiquito. 
Ayer Argentina jugó un buen partido contra Colombia, no coincido con que haya sido el mejor de la era Martino. Creo que el mejor fue contra Paraguay. De todos modos la arenga del entrenador antes de los penales es valedera: “…jugamos contra un cuartofinalista del mundial y no nos patearon al arco“. La buena actuación argentina se combinó con una decepcionante, lamentable labor del equipo colombiano. Hasta indignante, diría. El rival de cuartos de final fue el que menos llegó al área argentina, el que más pegó (más que Uruguay) y el que más espacios libres les dejó a nuestros delanteros (mucho más que Jamaica). Colombia no solo no remató al arco de Romero (el débil cabezazo de Ibarbo en el minuto 66 no califica), el equipo de Pékerman le pegó a los argentinos con una torpeza y una falta de profesionalidad tales que me cuesta encontrar en la memoria semejante mamarracho. Hay que remontarse a los coreanos castigando a Maradona en el 86, a los nigerianos levantando por el aire a Caniggia en el 94. Lo cual deja en peor situación al equipo de Pékerman porque ni Corea ni Nigeria tenían con qué, lo que justificaba la adopción de ese sistema de fútbol: el no fútbol. Por eso, que una selección como la colombiana se plante tan anti-fútbol con el material con el que cuenta es lamentable.


Pero volvamos a la selección Argentina y sus problemas con el arco, con el ancho de los palos que, aunque parezcan trucados, miden las 4 pulgadas que marca el reglamento.
 Messi continúa contrariado, la cara se le va transformando con el correr de los minutos hasta casi descolocársele. No lo puede creer, se agarra la cabeza, piensa que ésa es igual a aquella que en el Camp Nou entra. La pelota le queda ahí, ya está, se rompe la racha… Pero aparece un pie rival y la desvía o lo desestabiliza. El asunto es que no entra. O aparece la figura monstruosa de David Ospina, como ayer. Párrafo aparte para el animalito colombiano que defiende el arco del Arsenal inglés.

Queda claro que, aunque los delanteros hagan buenos partidos, si la pelota no entra los números no cierran. A Di María se lo vio ayer bastante impreciso y se lo vio, sobre todo, solo. Argentina vuelca todo su potencial sobre la banda derecha y el desgarbado rosarino termina intentando desbordar o gambetear en soledad. El símbolo de ese problema fue una jugada del segundo tiempo en la que avanzó 50 metros a toda velocidad, frenó, retrocedió 35 metros por el mismo surco que había formado y terminó la jugada cediéndosela a Romero.


El mejor argentino ayer fue Pablo Zabaleta que jugó un partido inmenso, junto con Messi, claro, que, perdonen la obviedad, es interminablemente distinto.
 Garay jugó su peor partido desde que está en la selección, inseguro, impreciso, Pekerman dio cuenta de esto y en el segundo tiempo mandó a sus delanteros a apurarlo, pero ayer Colombia no podía hacerle daño (futbolístico, claro) a nadie. 

Carlos Tevez, los minutos que jugó, fue intrascendente. Todavía Martino no le dio su chance, por lo tanto no se lo puede evaluar. Sin embargo, hay en la prensa y en el espectador argentino una necesidad galopante de erigirlo al Apache en ídolo y símbolo de esta selección. Pateó su penal y lo convirtió, sí, igual que Messi, Garay, Banega y Lavezzi y con menor precisión y más suspenso que estos cuatro. No tengo nada contra Tevez, al contrario, me parece un buen elemento, pero no inventemos. Porque a fin de cuentas todo ayer terminó dependiendo de que el gigante Ospina no se quedara parado esperando el remate de Tevez en el medio del arco. Porque si Muriel y Murillo no la tiraban a las Islas Galápagos, el próximo martes la semifinal la jugaba un equipo amarrete con un solo gol convertido en todo el torneo.
Se viene Brasil o se viene Paraguay, es igual. En estos torneos si se pretende ser campeón no hay que ganarle a todos pero sí hay que ganarle a cualquiera. Veremos si Argentina descifra la fórmula, encuentra la llave que le abre los arcos.