"Tal vez el Edén, como lo quieren por ahí, sea la proyección mitopoyética de los buenos ratos fetales que perviven en el inconsciente. " Así habló Cortázar.

20 abril 2012

La lógica de la contradicción

La suma de algunas contradicciones supone algunos resultados lógicos.



El gobierno español, los dirigentes españoles, quienes deberían decidir el destino de España, desde hace tiempo están entreverados en un cúmulo de contradicciones y, como es lógico, la población, quienes los votan y les pagan los salarios, están sufirendo las consecuencias.

13 abril 2012

Crisis y Oportunidad, etimológicamente maniatados

Mucho se ha dicho sobre que la crisis, según la etimología de la palabra, nos remite al término oportunidad. De algún modo esto es cierto, ya que en realidad crisis proviene del griego κρίσις (krisis), que a su vez proviene del verbo κρίνειν (krínein) que significa separar o analizar o decidir. De allí que la crisis nos obliga a pensar, a analizar y reflexionar utilizando un buen criterio, lo que nos pondría ante un momento oportuno para el cambio. Yo creo que más allá de la relación etimológica entre las palabras crisis y oportunidad hay ahí una utilización positivista de esa relación, que es real, pero que dicho por un amigo o por un contacto de Facebook creo que actúa como un "Vamos, más bajo no se puede caer, dale para adelante", seguido de un par de palmadas en el hombro, es decir se usa el mal momento (la crisis) para motivar la levantada (para promover la oportunidad).

Siguiendo el mismo razonamiento, pero en un sentido totalmente opuesto, es decir haciendo un uso negativista, los gobiernos y el sector empresarial utilizan estas mismas variables, crisis y oportunidad. Un gobierno, pongamos por caso el gobierno español de Mariano Rajoy, hace uso del termino y principalmente del concepto Crisis (así con mayúscula) para justificar todo tipo de acción y se ampara en esa palabra y en esa idea para dar pie a toda una serie de medidas coercitivas, recortes que faciliten su dominación. No hace falta dar ejemplos de este accionar.

Las empresas por su parte, de igual manera, usan la crisis para generar el fantasma que incrementa el beneficio que les suponen las medidas gubernamentales de recorte de los derechos de los trabajadores. Es decir que si yo soy propietario de una gran empresa (tampoco hacen falta nombres aqui) que en los últimos tres o cuatro años (los que vivimos oficialmente en crisis) he venido incrementando mis beneficios (porque sabemos que las grandes empresas no han perdido durante la crisis sino más bien lo contrario), minimizo costos porque las reformas de las leyes laborales así lo han dispuesto y, como si esto fuera poco, tengo plantillas de empleados temerosos ante el fantasma de la crisis. Así, yo empresario, estoy frente a una gran oportunidad.

Entonces queda claro que la etimología, la ciencia que estudia el origen de las palabras, no se relaciona sólo con la filología, sino que también atiende al analisis de la lingüistica histórica, es decir que hace caso al origen de las palabras y a las acciones de los pueblos relacionadas con esas palabras.
Así nos encontramos con que Crisis y Oportunidad son términos que sí están intimamente relacionados, y nos enfrentamos además con una realidad: Las crisis significan grandes oportunidades para unos pocos, esos pocos tienen mucho poder y harán todo lo posible para que esto siga así.



10 abril 2012

Caballeresco pacto de no caballeros

El delegado del Osasuna avisó en el vestuario del Athletic hace unas semanas: "Digale a Bielsa que no tiraremos fuera los balones cuando un jugador contrario caiga lesionado, salvo que sea claramente verdadero".
En el fútbol como en la vida los vacíos legales auspician suspicacias y picardías.
Cómo saber si el jugador caído realmente se ha lesionado o está especulando para sacar ventajas. Este es una escena que se repite cada vez con más asiduidad en el fútbol de todas las latitudes ¿El árbitro debe detener el juego según su interpretación? ¿El equipo que tiene el balón en su poder debe patearlo afuera?
En este aspecto el Fair Play se ha erigido como una regla tácita, como una ley borrosa, y sabido es que en cuanto se hace la ley la trampa empieza a ser mentada.
No dudo de la honestidad de muchos jugadores y técnicos en este tipo de acción, pero tampoco dudo de la falta de honestidad de muchos otros en este mismo tipo de jugada ¿Cómo se resuelve?
El equipo navarro que milita en la primera división española llego a una resolución, y así se lo comunicó a su rival minutos antes de que empiece el juego. Sin lugar a dudas, una caballeresca forma de presentar las credenciales de la no caballerosidad. El que avisa no es traidor.

El Mito (así con mayúscula)

El viernes pasado la fe sobrepobló las calles de Barcelona. Bueno, al menos abarrotó la calle Ferrán desde la plaza Sant Jaume casi hasta el cruce con las Ramblas. El Mito (así con mayúscula) invita a celebrar la muerte todos los viernes santos, de ser posible a las tres de la tarde. La imagén paraliza la celebración en la hora 20, cientos de fieles recuerdan en silencio la pasión del profeta, predicador, maestro, carpintero. Asimismo los feligreses guardan ayuno y se abstienen de comer carne como penitencia. En los rostros de algunos de los que asistieron a la celebración me pareció notar cierto temor de que el mito se cumpliera, que Jesús resucitase e hiciera un recorrido, real o a través de internet, por el panorama en el que se encuentran sus fieles, por el patrimonio (debe y haber) que presenta su Iglesia, me pareció ver que esas caras de temor mutaban hacia el pánico, pobre cristiano, me pareció que dijo alguno.
 De todas las procesiones que presencié la que más me impactó siempre fue la de la iglesia de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers, allí se acercan todos los años miles de fieles (cristianos y no cristianos) a pedir o agradecer al patrono del trabajo. En España ya va siendo hora de llamar a la escena al santo tan mentado en otros lares. Para quienes no lo saben el Padre de la providencia recibe los días 7 de agosto de cada año las peticiones de empleo. Favor de respetar el orden de llegada.



04 abril 2012

Caño, taco, gambeta y pasión.

Actualmente en el fútbol argentino convergen dos (o tres) fenómenos que, de la mano, le aportan (o devuelven) autenticidad a un deporte cada vez menos auténtico. Por un lado la tendencia al retorno de jugadores luego de su paso (en su mayoría fugaz e intrascendente) por el fútbol europeo; por el otro, la modificación de los calendarios (creación de la Copa Argentina, un torneo federal aunque no muy popular que intenta imitar la Copa del Rey española y la especulación sobre la necesidad de implementar un nuevo Torneo federal de primera división) y la decadencia de los grandes clubes del fútbol local, cuyo símbolo mayor es sin duda el descenso de River.


El primer caso puede subdividirse, a su vez, en dos grupos. El primer grupo (los menos) lo conforman aquellos jugadores que se desempeñaron durante años (con mayor o menor gloria) en clubes de Europa y que, en el ocaso de su carrera, deciden retirarse en el club de sus amores, o bien en la institución que los vio crecer (para lo cual muchos de ellos, de los jugadores, deciden inventarse una falsa afición por ese club, cuando en realidad los sabios y memoriosos recuerdan que sienten amor por otra camiseta), o simplemente en el club que mejor les pague (ejemplos: Ayala, Almeyda, Milito, etc.); el segundo grupo (claramente el más numeroso) lo componen jóvenes jugadores que tuvieron un buen torneo y fueron rápidamente vendidos para "sanear" deudas del club, a algunos de ellos les bastó con jugar bien cuatro o cinco partidos, en otros casos ni siquiera alcanzaron a debutar en primera, y en otros simplemente entraron en la negociación del pase de otro jugador, o en un pack de jóvenes promesas, terminaron jugando en Ucrania o en Qatar y volvieron a los quince minutos (en la temporada 09/10 fueron transferidos al exterior casi 1.800 jugadores argentinos).

El segundo caso, la modificación de los calendarios y la decadencia de los grandes, que bien podría verse el primero como consecuencia del segundo, tampoco queda exento de maniobras dialécticas ni dobles morales. Cierto es que con el descenso de River la segunda categoría ganó protagonismo, y que los equipos de la B Nacional comenzaron a ganar planos, participaciones mediáticas inéditas e inesperadas históricamente, pero vayan ustedes a explicarle Passarella, Aguilar, Israel, Ramón Diaz, Grinberg (and many others) al socio vitalicio número 130 de la institución de Nuñez, o a cada uno de los que piensan y sienten que la camiseta no desciende, que River está prestigiando la BN, o que expliquen los responsables de la decadencia de San Lorenzo y del resto de los grandes el deambular de sus equipos por las lindes de los fatales promedios.
La consecuente creación de la Copa Argentina (en la que cualquiera puede jugar contra cualquiera, de los creadores del Fútbol para Todos) y la especulación sobre la aparición de un nuevo torneo de primera división (38 equipos, todos contra todos, nivelando a los equipos de primera con los de la actual BN) va sin dudas en la misma línea: No importan los méritos deportivos e institucionales de los clubes que disputan las distintas categorías, importa, como siempre, el negocio, y con el monopolio del poder en las mismas manos de siempre y la impunidad total de esas manos para hacer y deshacer reglamentos, leyes y tradiciones con el fin de salvar, cueste lo que cueste, el negocio, éste seguirá siendo para esas pocas manos.


¿Cómo es, entonces, que estos dos fenómenos (el "Retorno" y la "Decadencia y Reformulación") le aportan o devuelven cierta autenticidad al fútbol local si, por lo dicho, queda claro que uno y otro son consecuencias de la corrupción, las malas gestiones y la desvirtuación de este deporte en nuestro país?
Lo cierto es que si lo hacen, es decir si autentifican el fútbol, es en el sentido más poético e intrascendente que pueden hacerlo. 


De muy chico, desde los seis hasta los doce años, jugué al fútbol en una sociedad de fomento de mi barrio, de nombre Irupé, jugábamos en la liga del Oeste y nos enfrentábamos a todos los equipos de la zona oeste del Gran Buenos Aires, siempre (al menos en mi categoría) con muy buenos resultados, de seis torneos que disputamos ganamos cinco y en el restante quedamos terceros. Entonces la sociedad de fomento pasó a formar parte de la la Liga Argentina. No jugábamos con equipos de otras provincias, pero sí con equipos de los distintos puntos del conurbano bonaerense, los campeones sí que, en otra instancia, jugaban fases regionales y por fin la gran final nacional, pero nuestra participación en la liga Argentina, a diferencia de lo logrado en la del Oeste, fue más bien tirando a mala. Es decir que habíamos ascendido, jugábamos a otro nivel, pero también nuestro nivel en la tabla de posiciones era otro bien distinto. 
No sé mis compañeros, pero en mi caso, aunque ya no levantaba trofeos de campeón, ahora jugaba frente a pibes que eran verdaderos cracks, a algunos de ellos pude verlos más tarde por la tele jugando para equipos de primera, a otros los pude ver en los diarios en transferencias a clubes de Tailandia para salvar los números de su club.
Y a esa mixtura (producto de esos dos fenómenos a los que me refiero más arriba) que me trasladó a esa otra mezcla de sentimientos que me produjo en mi infancia el ascenso de liga con mi equipo Irupe, es a lo que me quiero referir con una lírica devolución de autenticidad al fútbol. Yo pasé a cambiarme en vestuarios de mejor nivel, a ver como ahora eran electrónicos los carteles que contaban los goles (aunque fueran del contrario). Y aquí y ahora el presidente del club que enfrenta a River (que cuenta con un campeón del mundo que regala detalles propios de tal) explica en los principales medios cómo se ilusiona con hacer historia desde su lubricentro de Merlo, o el arquero de un humilde equipo cordobés cuenta sus sensaciones a la hora de enfrentar a equipos como Lanus (que también cuenta con un campeón del mundo que suele regalarnos detalles propios de un carnicero desquiciado). El remisero habilidoso y la estrella internacional, el mega estadio y el tablón del potrero. 
Mixturas que, pese a sus turbias procedencias, iluminan fugazmente algún balón. Si total en el fondo, y cada vez más en el fondo, el fútbol es simple y bello y se reduce al caño, taco, gambeta y pasión. 


02 abril 2012

Colores que se respiran


Cuando mi barrio se viste de colores me dejo caer en la calle, me deslizo en el pavimento, sí, porque en mi barrio hay mucho cemento. Era un pueblo, y con el tiempo... porque dicen que el tiempo todo lo empuja. Bueno, a mi barrio, que era un pueblo, el tiempo lo empujó, o tal vez se quedó quietecito viendo como todo el resto avanzaba hacia los cuatro puntos (sí, los cuatro, porque hacia el este también avanzó en forma de majestuosos hoteles) y al oeste, el resto, encastró con mi barrio, que era un pueblo, como una pieza de tetris. Y así quedó, con mucho cemento. Y ahora es complicado porque, ¿cómo se siembra pasto sobre el cemento? No. Entonces lo que hago, cuando mi barrio se viste de colores, es salir, me deslizo por el pavimento y doy la vuelta al perro, aunque perro no tengo, pero igual lo llevo, me voy hasta Encarnació y miro el cielo. Ahí mi barrio me sonríe en colores, a veces no entiendo de qué se ríe mi barrio, pero a las sonrisas coloridas de los barrios de cemento poco le importan las razones y se ríe. Entonces sigo y giro en Montmany, hice nada, unos metros, todos de cemento. Si mi perro, el que llevo, existiera, ahora se acercaría a uno de estos, cuento uno, dos hasta siete árboles pequeños y flacuchos se levantan en Montmany y con el mismo desparpajo con que ríe mi barrio ellos inspiran y expiran y a uno lo invitan, entonces uno inspira y expira y en mi caso, con mi perro, tengo en mente un aeropuerto, en sus góndolas perfumes, libres de tasas, cargados de ostento, grandes marcas, fragancias sofisticadas. Y respirando viene a cuento: ni grandes marcas ni espamentos, son los árboles de Montmany, siete de ellos, pase y vea, y respire, por supuesto, queda usted formalmente invitado, a mi barrio de cemento.