"Tal vez el Edén, como lo quieren por ahí, sea la proyección mitopoyética de los buenos ratos fetales que perviven en el inconsciente. " Así habló Cortázar.

20 marzo 2011

El planazo

Puedo caer en la tentación que tantas veces niego. Puedo, también, tropezar con la misma piedra, golpearme de la misma manera, sentir idéntico dolor, soltar la misma queja, cagarme otra vez en mi madre, que también es la misma, y puedo incluso repetirme, prometerme, una vez más, no volver a hacerlo. Lo que no me permito, de ninguna manera, es atender al 1004 de Movistar. No lo haré. No lo haría, aunque me levantase un día de la cama descubriéndome el último en la tierra y al mismo tiempo oir el teléfono sonar anunciando del otro lado a un OTI (Operador Telefónico Insistente). Pienso así desde que uso un teléfono móvil, muchos años ya.


En diciembre, era domingo con la tarde cayendo. La escasa luz, el clima, la tele y la realidad anunciaban la hora del suicidio. De haber sido una pelicula, a la escena, para ser completa, perfecta, sólo le faltaba el arma cargada en el cajón o una alfombra roja hacia el balcón. Necesitaba hablar con alguien. No. Necesitaba que alguien quisiese hablar conmigo. Mientras pensaba en eso, como inducido por mi necesidad, sonó mi móvil indicando 1004 en la pantalla. Alguien quería hablar conmigo, pero quien me llamaba era un no deseado. La necesidad tuvo, una vez más, cara de hijo de puta. Contesté. Del otro lado un OTI, cuyo nombre olvidé cuando acabó de decirmelo, me ofrecía el paraíso. Nunca recordamos el nombre del OTI amigo, sólo nos quedamos (anotamos) con el nombre del OTI que nos atiende cuando estamos re calientes y queremos preder fuego algo. Así, este OTI anónimo me ofreció llamadas gratis a cualquier teléfono Movistar. Pero ¿no tengo que pagar nada?, le pregunté. Nada Señor (te dicen Señor, Don, Caballero, esperando con eso elevar tu autoestima y caerte bien). Pero, las llamadas a otras compañias ¿no me saldrán más caras a partir de este gran beneficio? Insistí. No Señor. Repetí el pero seguido de una pregunta una docena de veces. A todo, el OTI amigo me respondió lo que yo quería oir. Seguro ¿no?, quise confirmar. Señor, seguro, a partir de este momento Usted tiene llamadas gratis a cualquier teléfono Movistar, manteniendo el resto del plan de facturación que tenía, me tranquilizó el OTI. Nos deseamos buenas tardes y colgué.


Durante ese mes usé mi teléfono movil con normalidad, viví mi vida como siempre, sentí la misma felicidad de los meses anteriores, en el mismo grado, pero aderezada ahora por el gran beneficio Movistar que se me había adjudicado. Cuando me llegó la factura del móvil, rompí el sobre desesperado e inspeccioné detalladamente todas y cada una de mis llamadas realizadas. No había ninguna llamada a teléfonos Movistar facturada. ¡Dios es grande! Grité. Parafraseando al hijo de puta más grande que dio mi país exclamé: Estamos mal, pero vamos bien. Hay un horizonte ahí, delante de nuestras narices, está a nuestro alcance y si todos, los de a pie, los empresarios, los políticos, tiramos para el mismo lado, y si los vendedores de seguros dejan de existir, este mundo puede cambiar. Me emocioné, quise salir a la calle y abrazar a alguien. Aún con la factura en mis manos descubrí que, con el apuro por ver el detalle de las llamadas no había visto el importe a pagar. Para mi decepción, éste subía el total en veinte euros más de lo que habitualmente pagaba. Me flaquearon las piernas… Me sentí como Reuteman cuando descubrió que su coche se quedaba sin nafta a escasos metros de la bandera a cuadros. En un lugar de la factura decía: Otros conceptos: Planazo – 19,99 euros.
¡Qué Planazo! Grité. Y ya no quería abrazar a nadie.


De inmediato llamé al 1004. Me atendió Martín Morales (lo anoté, por supuesto), diciéndome a continuación de su nombre que haría todo lo posible para ayudarme.
De buena forma, tranquilo aún, le dije que yo esperaba que me ayudase y le expliqué mi inconveniente. Morales me contó que en diciembre yo había contratado el Planazo Movistar, a traves del cual, por la módica suma de veinte euros, accedía a 500 magínificos minutos libres a teléfonos Movistar. A lo que yo repliqué:
Mirá Martín, primero, nadie me dijo que eso a lo que accedía se llamaba Planazo, en ese caso hubiera cortado la comunicación porque el nombre de la promoción, en sí, etimológicamente, grita: Esto es una mentira grande como la estupidez humana. Segundo, Martín, ¿Cuánto me cuesta a mí una llamada a un movil Movistar?
Tres centimos Señor me dijo, ya con algo de temor en el sonido de su voz.
Ok, ahora, si sos tan amable Martín, ¿cuanto da en euros la siguiente multiplicación?: 500 x 0,03, Martín (cuando me pongo nervioso empiezo a repetir el nombre de mi interlocutor), le pregunté con mi tono de voz comenzando a mutar hacia un precipicio infernal.
Eso tiene como resultado quince euros, me respondió, suplicando en silencio que algo extraordinario cortase esa comunicación, liberándolo así de la mierda en la que lo estaba metiendo su empleo en Movistar.
¿Te puedo hacer una pregunta personal Martín?, le dije suavemente.
Si Señor, me dijo él entregado.
¿Vos crees que yo soy un pelotudo? Martín.
No Señor.
Y ¿Pensas vos que Movistar cree que yo soy un pelotudo? Martín.
No Señor.
Ahhh… Bueno, ahora me quedo más tranquilo Martín. Por un momento pensé que me estaban tomando por pelotudo.


Le pedí a Martín que fuera amable y me esperara en línea un momento. Saqué del armario una replica exacta del hijo de puta más grande que dio mi país. Guardo un muñeco de él, a escala, tamaño natural, que uso en situaciones en que siento que me estan tocando el culo, como me lo tocaba él, cuando esto sucede agarro el muñeco y lo cago a trompadas, lo escupo, le hago la doble nelson, lo reboleo, descargo. Volví a la charla hecho una seda y le dije a Martín, que todavía aguardaba.
Mirá, necesito que me apuntes un reclamo a traves del cual le pido, le exijo, a Movistar que me devuelva el dinero que me rebaron, que arreglen esta farsa. Luego quiero que alguien de Movistar se comunique conmigo para decirme que me devolverán el dinero. Apuntá también, por favor Martín, como si fuera un inciso en ese reclamo, que estoy re caliente, que si no me devuelven el dinero me voy a dar de baja y los voy a denunciar.
Se va a pudrir todo fue lo que le dije textualmente.


Por supuesto, nadie se comunicó conmigo. Un par de dias después volví a llamar, hablé con tres personas hasta dar con un supervisor de nombre Mijail, quien se comprometió a devolverme el dinero y me pidió disculpas, todos se habián disculpado antes.
En todas estas charlas teléfonicas que tuve con empleados de Movistar, se dieron momentos dignos de ser narrados, dignos de indignar al más pasivo, pero prefiero no ahondar más. También me hubiese gustado que la estafa fuera más cuantiosa, para darle mayor espectacularidad al relato, pero no, fueron veinte euros. Sin embargo, no importa que la estafa sea menor, que la mentira sea leve, que el robo sea sutil (aunque el robo Planazo no es una sutileza justamente).


La Caixa te cobra 4,5 euros por depositar un cheque en una cuenta de ellos, es decir, te cobran por ingresar dinero que ellos van a utilizar y hacer redituable. El Citibank te cobra un euro cada minuto que pasas escuchando la musiquita mientras esperas para hacerles una consulta. Endesa, cuando tenes un desperfecto, te pide que confirmes que aceptas pagarle 160 euros al técnico que te envía, si el inconveniente resulta no ser de ellos. El bar 213 de la calle Hospital te cobra 6,5 euros, a las 20:01, las mismas patatas bravas que, a las 19:59, costaban 3,5 euros. Eso, hablando de algunos de los robos diarios que están a la vista, que están a nuestro alcance.
¿Vos crees que yo soy un pelotudo Martín?


Tengo que admitir que mentí, no tengo un muñeco a escala del mayor hijo de puta que dio mi país (además, con razón, más de uno me haría una lista de hijos de puta nacidos en territorio argentino que lo superan), si tuviera ese muñeco me pasaría el día vomitando. Como no lo tengo, ataco con furia a este ordenador portatil que ya no sé como me aguanta. Creo que un robo como cualquiera de los antes detallados es un dedo en el culo, y creo, que si dejamos que nos metan un dedo en el culo, corremos el riesgo de sentir como esos dedos se multiplican y como, sin darnos cuenta, nos acostumbramos hasta sentir que nos gusta. Es un riesgo, porque no nos gusta ¿no?

3 comentarios:

  1. "...en el 510 y en el 2000 tambien"

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  2. Joder Nacho, con tantos dedos en el c.. creo que debieras cambiarte a Vodafone. Yo estoy allí y además del dedo te meten la mano !!! Venga, prueba que para más inri es gratis.

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  3. fenomenall..me deja tranquilo... yo pense que solo en Argentina.. ...

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Comentarios