"Tal vez el Edén, como lo quieren por ahí, sea la proyección mitopoyética de los buenos ratos fetales que perviven en el inconsciente. " Así habló Cortázar.

06 diciembre 2010

Música macabra

El sol insolente me sopla la nuca incansable mientras bajo por Jaume I, impulsado sólo por la inercia y la amable inclinación del pavimento a mi favor. Otro día empieza para todos cuando para mí termina. Y esta vez, para mi desgano que crece, más influyente es seguir gastando horas de mi vida en tareas desagradables, que hacerlo en horas nocturnas. Me escabullo entre gentes de gestos ininteligibles pensando en que no quiero otra vez tomarme ese té barato en mi ventana mirando la nada, reforzando las ideas de mi tristeza. Huyo de esa rutina, me escapo hacia la plaza Felipe Neri ¿Acaso para que las huellas de los lejanos fusilamientos empaticen con mi alma? Allí rodeo la fuente, de las cuatro personas que la ocupan un viejo que lee un periódico plegado se me ocurre el más simpático potencial compañero de asiento. Antes de sentarme cavilo, pienso en su bigote que se me antoja de pasado fascista, pero vuelvo a revisar al resto de los presentes y el viejo continúa siendo el mejor candidato. Mi duda hace que el hombre ponga su atención en mí. Me dejo caer junto a él y lo saludo sin palabras, bajando la cabeza levemente, con media sonrisa. Armo un cigarro y dirijo mi mirada en sentido opuesto al viejo esquivando lo que considero una intención de iniciar una charla. Miro al vacío indiferente y el viejo desiste. Vuelvo a mi amargura y me aferro a ella. En estos días mi disconformidad con mi presente, con mi trabajo, con mi realidad, me ataca tan crudamente que se está cargando mi buena nostalgia. Carcome en mis buenos recuerdos, mi recurso último para abstraerme de la pesadumbre constante. Me dispongo a enhebrar un segundo cigarro y observo que el viejo y su bigote leen una nota. En letras enormes el titular del amarillo diario informa: Macabro crimen pasional gay. Me quedo sólo con el término macabro, me traslada feliz a la clase de Semiótica en la vieja facultad, al estrambótico profesor Fernández exultante hablando de las bondades del significante de las palabras. Me recuerdo excitado decapitando términos, arrojando sus significados al vacío, fascinado con sus sonidos. Construyendo frases en el aire con vocablos de alusiones oscuras, desagradables o repugnantes, que provocaban en mí belleza extrema por su estética exquisita. Cadavérico, putrefacto, cobarde, paranoico, nefasto, curtiembre, holocausto, lápida, proxeneta, hastío. Bailaban las palabras en mi mente en la vieja fábrica que hacía las veces de universidad, bailaba yo una danza hermosa con la música que creaban. Bailo ahora mientras no puedo despegar los ojos del título del periódico del viejo que me mira cómplice y me invita a confraternizar indignado por el significado de la palabra macabro, más indignado aún por el significado del término gay. Me asegura el viejo frunciendo el seño que con el caudillo estos enfermos habrían tenido su merecido y espera una respuesta mía. Caigo por fin de mi danza y por acto reflejo le regalo una sonrisa real, casi una carcajada. Sin poder hacer nada más me incorporo. El viejo desorientado y colérico me mira y sospecho en la expresión sus ganas de verme en el paredón que delante de nosotros muestra sus heridas de guerra, en su fantasía el viejo me apunta con un fusil. Río nuevamente y me marcho a casa. Me apetece un té rico, en mi ventana.



3 comentarios:

  1. Muy bueno, me encantó. Yo también me deleito con significantes!!

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  2. hermano
    la maravilla de ver esas como hormigas despedazadas y reorganizadas a las que damos sentido.
    nada mejor que un par de buenas palabras para hechar a andar la cabeza. agradecido

    kiles

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  3. oleitu (kasko), desde hoy te prometo la menor inconstancia posible.
    me gusto mucho, termine hechando una corta carcajada.
    aunque yo me quedo con la sordidez desconocida que con la de la ventana; deberia de hacerlo por eso..

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