"Tal vez el Edén, como lo quieren por ahí, sea la proyección mitopoyética de los buenos ratos fetales que perviven en el inconsciente. " Así habló Cortázar.

09 noviembre 2012

La difamación de la Cacerola

La cacerola siempre fue un artefacto de vital importancia en mi vida. Por lo que representa, porque la cacerola o la olla es lo que siempre hubo que parar, bancar, garantizar para que la familia pudiera comer. Mis viejos a mediados de los ochenta se encontraron más de diez veces con harina, sal, algún tomate y el fuego de un horno de barro para parar nuestra cacerola, el recuerdo me rompe el pecho de orgullo. En 2001 la cacerola fue la protagonista de la mayor manifestación espontánea del pueblo argentino, la gente sin más (ni menos) persuasión que la que le provocó la honda rabia y la profunda vergüenza, el hambre y la dignidad, salió a la calle y marchó con cacerolas como banderas, cacerolas vacías como bombos, cacerolas repletas de bronca, como honrados escudos ante la impotencia.


Recuerdo la cara y cada una de las palabras de una mujer que entre cacerolazo y cacerolazo declaró ante las cámaras de Pino Solanas: “… al menos me desahogo con la cacerola, esta cacerola le hizo puré a mis hijos… Para que cada vez que la vea sepa que si me roban, me roban porque ellos son unos sinvergüenzas, pero yo luché por mis derechos…”
Claramente desde aquel diciembre la cacerola devino en poderosa arma revolucionaria, sentó precedente, dio la vuelta al mundo y cambió la historia.

Hoy, 8 de noviembre, la cacerola salió a la calle nuevamente. No hace falta mencionar las diferencias entre una situación (la de 2001) y la otra (la de hoy). Yo no le creo a Clarín, tampoco le creo a 6, 7, 8, aunque debo admitir que a éste último le tengo cierta simpatía y al primero ninguna. Pero no les creo porque en Argentina se vive una guerra entre el Gobierno y el monopolio del grupo Clarín, y en las guerras si hay algo que cuesta encontrar es la objetividad.

Por supuesto que tengo una postura tomada y firme en esa disputa, si Clarín reacciona ante un "ataque" por parte del gobierno a través del cual se intenta remendar una ley que no garantiza la pluralidad y transparencia de las voces y las imágenes mediatizadas; si Lanata declara: “… yo me puse del lado del más débil siempre, y el más débil es Clarín…”; si se da esta lucha en un momento en el que mi país está claramente mejor que años atrás; si este enfrentamiento demuestra de qué lado está cada cual, cuáles son los intereses que cada uno persigue. Entonces teniendo en cuenta cómo baja el agua, ¿de qué lado voy a estar? Yo lo tengo claro, pero soy una persona limitada y conozco o creo conocer mis limitaciones. Y como no cuento con las armas culturales para hacer un análisis minucioso y como además, insisto, no le creo ni a Clarín ni al Gobierno, no me voy a meter en camisas de once varas, como Bartleby, preferiría no hacerlo.

A quien sí le creo, todavía le creo, es a la gente. Los escucho y les presto atención en la tele, los leo y analizo en las redes sociales, los miro y examino en la calle. Escucho a los K y escucho a los anti K, escucho y aprendo, y escucho también a aquellos que no están parados en ninguna de las veredas, los que están en el medio de la calle, los que no tiran para ningún lado, o que en realidad sí tiran, lo hacen para adelante. A todos ellos les creo, a los K, a los anti K, a los que están en el medio, que son los que mejor me caen. Les creo porque dicen la verdad, cada uno la suya, y con todas esas verdades armo mi propia verdad.

Y es con esa verdad que le creo, claro está, a la cacerola, aquella que mis viejos llenaron con esfuerzo, la misma que cambió la historia, la que hoy salió a la calle nuevamente, esta vez sin represión, en el medio de una democracia real. Aquella que se llenó de prestigio en los ochenta gracias al esfuerzo de mi familia, y en 2001 gracias a esa mujer que vi en la tele, gracias a todo un pueblo. A la cacerola le creo, a la cacerola la quiero.
Celebro las manifestaciones, las respeto, la de hoy también. Aplaudo a los pueblos que exigen a los gobiernos, nosotros estamos para exigir, ellos tienen que cumplir. Pero a la cacerola hay que cuidarla, la cacerola no se mancha y creo que hoy la están desprestigiando, temo que hoy a la cacerola le están haciendo una cama.

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