"Tal vez el Edén, como lo quieren por ahí, sea la proyección mitopoyética de los buenos ratos fetales que perviven en el inconsciente. " Así habló Cortázar.

15 mayo 2012

A Cavallo regalador, no le dejen ni los dientes

Arde el mercado de pases, arden los mercados, arde Troya... ¡Arre Pingo!

Sí señores, vuelve Cavallo. El patrocinador de la deuda externa argentina, el As de la convertibilidad, el Señor del saqueo.
Al parecer el ex ministro de economía argentino, Domingo Felipe Cavallo, hace tiempo viene planeando el resurgimiento de su vida política, y muy probable es que la expropiación por parte del gobierno de CFK del petróleo argentino, que por su manejo estaba en manos de la petrolera española Repsol, haya herido sus más profundos sentimientos, haya sido la gota estatizadora que ha colmado su vaso privatizador.


En las últimas horas Cavallo anunció que está analizando su regreso a la política ya que considera que no existen “alternativas frente al desmanejo de este gobierno”, “la economía no está funcionando”, “vamos a contramano del mundo”, son las declaraciones que representarían el cavallito de batalla del ex ministro.
Como es normal este anuncio no pasó desapercibido dentro y fuera de las agrupaciones políticas argentinas, pero más allá del alerta que ha provocado en el Rio de la Plata la noticia habría cruzado el charco para instalarse en los oídos y en las agudas mentes que dirigen la política ibérica. Es que la Liga española no solo recluta pibes argentinos que prometen, también pone sus ojos en los consagrados, en aquellos cuyo currículum (antecedentes, o prontuario) avala su sapiencia en la materia que les compete. Si bien en futbol se hace difícil “aguantar” a un pibe talentoso ante las gordas ofertas de los clubes españoles, en política, Argentina podría hacer fuerza para mantener su patrimonio.

En España las condiciones son las ideales para que Cavallo desarrolle todo su potencial en materia económica, el corral se hace agua la boca, los recortes y la privatización en pleno auge parecen indicar que si se lo regaláramos, al Cavallo, no le mirarían los dientes.



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